
Reflexiones y experiencias
Son muchos los masajes que he dado en este tiempo y cada uno es una experiencia nueva, incluso con el mismo cliente y el mismo masaje, depende del día que de cada persona los efectos variaran de un masaje a otro. Cierto es que suele haber una progresividad y la segunda sesión suele ser mejor que la primera y así sucesivamente porque tu cuerpo está más receptivo, más blandito y más abierto a experimentar.
Si de algo estoy seguro es de que estoy haciendo lo que quiero y no solo porque me gusta sino porque es una gran satisfacción ver que lo que haces ayuda a otras personas. Cuando terminamos el masaje la primera reacción suele ser darme las gracias. Esto unido a la cara de bienestar y relajación que suele acompañar a la persona, ya me llena de alegría. Pero la verdadera satisfacción es cuando a los pocos días de haber tenido una sesión de masaje recibo un mensaje o una llamada para explicarme los efectos del masaje, lo bien que se sienten. Para ser sincero en más de una ocasión me han hecho emocionarme, incluso soltar unas lagrimillas, cosa que no es muy difícil ya que soy de lágrima fácil. Me he dado cuenta que muchas de las experiencias que yo había tenido en mi aprendizaje compartiendo masajes con mis compañeros, ahora son otras personas los que los experimentan.
En numerosas ocasiones me han escrito diciéndome que se había aumentado su vitalidad, su alegría, sus ganas de vivir, que dormían mejor. Pero hay casos que han tenido efectos más profundos. Recuerdo alguien que me dijo que se había puesto a escribir después de mucho tiempo, le energía había despertado su creatividad. Hay personas en las que esa energía ha influido en su sexualidad, “me has cambiado la vida” esta frase me la han dicho en varias ocasiones. Puede que la energía influya en tu manera de amar y ser amado “nunca me había sentido querido de esta forma”. Tu energía vital es una pero a cada uno se le puede despertar en una manera o línea de la vida.
El masaje en ocasiones te despierta memorias y emociones que tenemos en el cuerpo, cuando no las dejamos florecer o evitamos no se sanan pero si las vivimos posiblemente se sanaran.
Como relato personal puedo decir que la experiencia de recibir masajes y también darlos, ha contribuido en cambiar mi vida, mi manera de pensar, de actuar y mis gustos. Cuando doy un masaje es un aprendizaje más, me veo reflejado en el otro. Y cada vez que tengo ocasión aprovecho para recibir un masaje porque me relaja, me da vitalidad y sana mis heridas, en conclusión me hace sentirme bien.